- ¿A qué tienes miedo?
-No sé exactamente. Supongo que miedo a que el tiempo me haga invisible, miedo a no ser capaz...
- Pero es lógico tener miedo. Tienes miedo al vértigo de los mundos que no conoces, tienes miedo a no saber enfrentarte a ellos
- A eso le tuve miedo una vez, pero ahora no, nada de eso. Ahora le tengo miedo a los barrotes, ahora tengo miedo a pasar los días tras la comodidad de la costumbre. Ahora me aterroriza la rutina, la monotonía de la comodidad.
-No sabes lo que dices. Necesitas unas vacaciones, relajarte un poco y fuera problemas, ya sabes...
-Lo que es lógico es que no me comprendas, no te culpo. Lo que yo detesto a ti te calma y te aporta estabilidad. Te cuesta entender que lo que yo quiera sea volar tan alto como me permitan mis alas; te cuesta creer que tenga la necesidad de escapar de una jaula de oro, que a ti te aporta lo que necesitas para vivir, pero a mi me engaña con su reflejo y no me deja apreciar la luz del sol. Yo prefiero conocer la realidad que se esconde tras la manipulación de una vida cómoda y apreciar la pureza de la objetividad, su sabor agridulce, pero real, nada de soma por favor. Me compensa conocer el dolor si gracias a ellos disfruto de la libertad, que no del libertinaje, si me permito conocer mil mundos y fusionarme con ellos. Me niego por completo al lema "Ignorancia es fuerza" y por supuesto jamás me obligarán a pensar que 2+2=5. Piensa que estoy loca, pero como el bueno de André Breton te digo que no será el miedo a la locura lo que me obligue a bajar la bandera de la imaginación.